Desde entonces, Reyes pasó de ser uno de los jugadores más odiados por la afición a uno de los más queridos, dado su buen rendimiento en la temporada 2009-10 y su compromiso con el club rojiblanco. Esa misma temporada volvió a levantar un trofeo: el 9 de junio de 2010 ganó la Europa League, competición a la que había accedido el club tras su eliminación de la Liga de Campeones, con el Atlético de Madrid, ganando por 2 goles a 1 al Fulham, en la final disputada en Hamburgo.