Una postura típica es la de Jesús con la cabeza caída hacia un lado y el cuerpo inclinado para compensar la posición del cuerpo, apreciable por vez primera en el libro de oraciones de Carlos el Calvo y en la Cruz de Gero de la Catedral de Colonia (siglo X), y que posteriormente incluiría alguna pequeña modificación, con el cuerpo más curvado y las rodillas dobladas, como en las cruces pintadas de Cimabue.